Si hubiese que buscar un titular para lo vivido el Martes Santo pasado, éste podría ser "El silencio se pudo oir". Impresionante cómo Moguer espera y se comporta con esta cofradía. A las diez de la noche se abrían las puertas de la iglesia de San Francisco para que la Cruz de Guía de esta cofradía indicase el caminar a los nazarenos que conformaban el cortejo penitencial. en una calle San Francisco totalmente a oscuras, al igual que a la entrada de la cofradía, para un mayor recogimiento. El gentío que esperaba en las calles para ver pasar la cofradía guardaba silencio, hasta tal punto que en muchos tramos no se oía absolutamente nada a excepción del sonido característico de los Tambores y Bombos de la Hermandad, y por las cadenas de las promesas que portan este elemento y cruces.

A destacar, que la Junta de Gobierno decidió suprimir para este año la calle Palo Dulce, debido al estado de la fachada de una de las viviendas de la mencionada calle, por el posible peligro que pudiese acarrear, tanto a los nazarenos, como a las personas que viesen a la cofradía en ese punto, por lo que se optó por ir por la calle La Palma hasta la calle Juan Ramón Jiménez.
A la una de la mañana entraba el Señor de la Sangre de nuevo en su casa, acompañado por cientos de moguereños que demuestran cada año su fe y devoción a esta Imagen cristífera y que se despidieron de Él como cada Martes Santo, con un simple beso en sus pies.
Fotos: Rafael Márquez (Videomax)