Ha comenzado. Después de un larguisimo año de espera la ilusión vuelve a retomarse con la ilusión que un niño inicia el nuevo curso. Todo huele un poco a nuevo, la sensación de novedad nos hace ponernos nerviosos. Se encuentra de nuevo a los compañeros/as, la ilusión, como una herida superficial, ha cicatrizado durante casi un año, y solo queda el rasguño del recuerdo. El reencuantro es feliz, hermanos/as del costal que no se ven casi en un año por circunstancias vuelven a abrazarse, a desearse lo mejor, a preguntarse por todo el mundo... el simple hecho de verse al lado en la "igualá" da la tranquilidad del saber. Un año más mayores, más veteranos/as, se renueva el corazón del guerrero cuando vemos a las nuevas incorporaciones.Y todo comienza con un toque casi divino. El capataz, emulando la chispa divina, toca por primera vez la cerviz del costalero este año, y todo comienza... el costalero/a vuelve a ponerse en marcha, a pensar en ese gran día con el que sueña y se desvela durante todo el año. Se echa de menos a los compañeros/as que ya no nos acompañan. Y se habla de años pasados, de gente que ya no está, de lo que se espera de este año...Todo comienza y una parihuela fría durante el año se llena del calor y la ilusión de un grupo de mujeres y hombres que tienen la suerte de ser Costaleras del Amor y Costaleros de la Esperanza.